Llueve en los afueras, lento pero incesantemente
llueve en mis adentros, con una pena diligente
siento frío, el frío del desabrigo de este vacío
descuidadamente cruel, que goza con su castigo,
entumeciendo mis huesos, deteniendo mis latidos,
deshabitando mis sueños, suscitando mis rictus.
Unos transeúntes ávidos por llegar a destino
apresuran el paso, dejando mi orfandad en el olvido
las calles vacías víctimas de la tempestad arribada
que se llevó a la lontananza, de su ribera la beldad,
panorama que contemplo desde ésta armadura
de clausura...destierro y desamparada soledad.
Bosquejo en mi rostro un impreciso camuflaje,
disfrazando ante la gente mis sentimientos...
la aniquilación de mis quimeras sin tregua
y de mi amanecer...su cálido despabilarse...
un adiós irrevocable se percibe en el aire...
sin prorrata ni base, la oquedad se designó mi amante.
Gaby Fleitas
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