Cada día al ir al colegio pasaba por esa casa, hermosamente bella con sus ventanales enormes, uno en cada balcón, tan hermosa, pero tan lúgubre, daba miedo acercarse solamente; Se encontraba exactamente a una cuadra de mi casa, y justo al lado de la de mi mejor amiga, Romina, cuyas tardes compartíamos sin falta, o ella en mi casa, o yo en la de ella, que si podiamos evitabamos el ir afuera, estar en la vereda, siempre adentropor temor a esa casa fantasmal.
Un día jugabamos a tirarnos la pelota, y Romi, la tiró demasiado fuerte, cayó justo en la puerta de la casa, nunca había visto a nadie que entrara o saliera de allí, no se le conocía dueño, dos horas estuvimos allí paradas, detenidas en el tiempo, viendo la pelota a solo tres metros nuestro, y sin poder ir a buscarla, nuestras piernas no nos respondían, estábamos paralizadas por el miedo.
Ya estaba anocheciendo, o nos ibamos a casa sin la pelota, por lo tanto seguramente al otro día castigadas,y no nos veríamos, entonces decidí juntar coraje, temblaba por dentro, también por fuera, cada paso que daba me pesaban 200 kilos, me movia en cámara lenta, más lenta aún, mi amiga iba detrás mío, y mucho más lento, o sea, casi no se movía.
Después de un tiempo que me pareció una eternidad llegué en silencio hasta la puerta, estaba solo a medio metro de alcanzar la pelota, esa pelota, dios mío, porqué la habremos tirado tan fuerte, cuando de repente, creí ver que las cortinas del ventanal se movían, las piernas me empezaron a temblar y ví todo negro, caí con toda mi fuerzas, sobre la pelota.
Desperté, donde estoy?, que rico aroma a torta recién echa?, y esas rosas sobre la mesa, que bellas son!!, pero yo, venía....la pelota....la cortina....LA CASA.., estaba dentro de la casa!!!y mi amiga a mi lado con una sonrisa de par en par, me levanto del hermoso sillón color crema, sumamente cómodo, y aparece una dulce viejecita con una taza de chocolate en una mano y una porción de torta en la otra, mi boca, no se cerraba del asombro, años temiéndole a ese lugar, miles de horas pensando en los fantasmales habitantes, y de repente aparece esta dulce ancianita, muy parecida a mi abuela, que con ternura nos cuenta que hace mucho quedo viuda, sus hijos lejos, siempre sola y esperando la muerte, que su única alegría era vernos por el ventanal todas las tardes, mientras tejía, gozando de nuestras risas, viéndonos jugar cada tarde, era su único momento lindo del día, que cuando vió la pelota
rogaba que vinieramos a buscarla, quería vernos de cerca, cada tarde preparaba una torta para nosotros y nunca se animaba a hablarnos, pués mirábamos con tanto temor su casa, ahora tan dulce y tan acogedora.
Desde ese día vamos todas las tardes a visitarla, a esa casa ahora tan linda, tan diferente, la llenamos de ruidos, comemos esa deliciosa torta que nos prepara con tanto cariño, le llevamos flores para su jarrón, nos teje bellas bufandas, le mostramos lo que aprendemos en la escuela, ya nuestro miedo se disipó por completo, ya la soledad de Rosita, así se llama, y su tristeza, desaparecieron.
Gaby Fleitas
Un día jugabamos a tirarnos la pelota, y Romi, la tiró demasiado fuerte, cayó justo en la puerta de la casa, nunca había visto a nadie que entrara o saliera de allí, no se le conocía dueño, dos horas estuvimos allí paradas, detenidas en el tiempo, viendo la pelota a solo tres metros nuestro, y sin poder ir a buscarla, nuestras piernas no nos respondían, estábamos paralizadas por el miedo.
Ya estaba anocheciendo, o nos ibamos a casa sin la pelota, por lo tanto seguramente al otro día castigadas,y no nos veríamos, entonces decidí juntar coraje, temblaba por dentro, también por fuera, cada paso que daba me pesaban 200 kilos, me movia en cámara lenta, más lenta aún, mi amiga iba detrás mío, y mucho más lento, o sea, casi no se movía.
Después de un tiempo que me pareció una eternidad llegué en silencio hasta la puerta, estaba solo a medio metro de alcanzar la pelota, esa pelota, dios mío, porqué la habremos tirado tan fuerte, cuando de repente, creí ver que las cortinas del ventanal se movían, las piernas me empezaron a temblar y ví todo negro, caí con toda mi fuerzas, sobre la pelota.
Desperté, donde estoy?, que rico aroma a torta recién echa?, y esas rosas sobre la mesa, que bellas son!!, pero yo, venía....la pelota....la cortina....LA CASA.., estaba dentro de la casa!!!y mi amiga a mi lado con una sonrisa de par en par, me levanto del hermoso sillón color crema, sumamente cómodo, y aparece una dulce viejecita con una taza de chocolate en una mano y una porción de torta en la otra, mi boca, no se cerraba del asombro, años temiéndole a ese lugar, miles de horas pensando en los fantasmales habitantes, y de repente aparece esta dulce ancianita, muy parecida a mi abuela, que con ternura nos cuenta que hace mucho quedo viuda, sus hijos lejos, siempre sola y esperando la muerte, que su única alegría era vernos por el ventanal todas las tardes, mientras tejía, gozando de nuestras risas, viéndonos jugar cada tarde, era su único momento lindo del día, que cuando vió la pelota
rogaba que vinieramos a buscarla, quería vernos de cerca, cada tarde preparaba una torta para nosotros y nunca se animaba a hablarnos, pués mirábamos con tanto temor su casa, ahora tan dulce y tan acogedora.
Desde ese día vamos todas las tardes a visitarla, a esa casa ahora tan linda, tan diferente, la llenamos de ruidos, comemos esa deliciosa torta que nos prepara con tanto cariño, le llevamos flores para su jarrón, nos teje bellas bufandas, le mostramos lo que aprendemos en la escuela, ya nuestro miedo se disipó por completo, ya la soledad de Rosita, así se llama, y su tristeza, desaparecieron.
Gaby Fleitas
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